El despotismo consustancial del capitalismo, que es un caso específico y es el último capítulo de la condición esencialmente despótica de la Civilización Occidental

Por Vladimir Lazo García

Introduciré el tema diciendo que el despotismo del capitalismo es el mismo del estado moderno, y la razón es, que el modo de producción capitalista es un modo de producción despótico, y es el sistema económico que ha producido la civilización de la modernidad y su cultura, junto con sus estados. Los estados son sus resultados políticos, y la forma despótica que adopta el gobierno burgués, encubierta bajo la forma de la democracia representativa o formal, es la transposición, en el plano político, del despotismo conceptual, constitutivo y originario del capitalismo, ejecutado en la tarea estratégica de la reproducción de la vida individual y colectiva.
Este es, en consecuencia, el objeto de nuestra reflexión del día de hoy, y puede ser enunciado del siguiente modo:
1.- El capitalismo se realiza como un modo de producción despótico en el dominio de la reproducción de la vida.
Comenzaré haciendo un poco de reconstrucción del pasado despótico de occidente, y recordando algo sobre lo que me parece que es el origen de esa condición suya, no diferente de cualquier otro despotismo, diciendo lo siguiente: Las actividades organizadas que los seres humanos primitivos desarrollaron para la reproducción de la vida, se instauraron mediante un proceso civilizatorio muy largo que es ahora cuando comenzamos a conocer, en el cual la satisfacción de las necesidades se volvió un problema estratégico.
Estas actividades son llamadas dimensión económica de la sociedad por la ideología burguesa, dentro de la que envuelven sus teóricos toda la vida social, haciéndola depender de los conceptos básicos de la economía burguesa, y en los tempos actuales de la economía neoclásica.
Lo económico, para la ideología burguesa, en la versión ilustrada del siglo dieciocho de Adam Smith, sería la resolución humana y estratégica del problema animal de las necesidades, lo cual, para ese autor, coincide con la civilización misma.
Según este punto de vista general e ideológico, expuesto el siglo dieciocho de forma orgánica dentro de su teoría económica, la economía capitalista –que es un caso particular de lo económico-, sería básicamente un asunto técnico, mientras que para Karl Marx en el siglo diecinueve, los procesos que en la versión burguesa son técnico-económicos, son en realidad un asunto histórico-social, pues las actividades técnicas para la reproducción de la vida, se realizan dentro de relaciones sociales de producción, que son también relaciones políticas o de poder, a las que ayudan a construir; o sea, dentro de relaciones que entablan clases sociales heterogéneas en cuanto a su posesión de factores de la economía, para reproducir la vida natural, material y social; relaciones que se auto reproducen reproduciendo las clases que intervienen en la producción de la vida. Representando el punto de vista de Marx un decisivo avance teórico metodológico y de concepción general de la historia, de la economía y de la vida.
Tales relaciones de clases son en consecuencia, relaciones de poder, siendo que la reproducción de su vida es el eje de la historia de los pueblos, y siendo que ésta, la historia, y no la economía, es la verdadera forma de lo humano.
Es por ello por lo que la historia escrita hasta nuestros días, se nos expone en el Manifiesto del Partido Comunista, como la historia de luchas de clases, y nos recuerda Marx algunas de las clases en la historia: patricios y esclavos, señores y siervos, capitalistas y proletarios.
Las clases dominantes a lo largo de la historia, han desarrollado formas diferentes de despotismo en las actividades para la reproducción de la vida, correspondientes a las diversas formas de sociedad que han organizado, con relaciones sociales de producción, y grados de desarrollo tecnológico propios.
La condición despótica de estas relaciones de clases siempre ha sido algo sabido de forma intuitiva, tanto por los déspotas como por sus víctimas, pero encubierto siempre en beneficio de los primeros en las diferentes formas de sociedad, bajo sistemas de explicaciones y justificaciones de dos diferentes tipos: políticas y religiosas.
Puede afirmarse que en épocas premodernas, y todavía hoy, las relaciones de dominio se las hacían pasar a los dominados, o por naturales, o bien, de origen divino, pues los propios déspotas eran el resultado de sistemas explicativos vueltos instituciones jurídicas o religiosas, transformadas en justificaciones que les atribuían a ellos un pretendido origen divino, o en algunos casos, y entremezclándose con ese origen, la pretensión de otro natural, en una naturaleza hecha por dios, y ellos mismos, por lo tanto, eran sostenidos por tales explicaciones y ellos a su vez las sostenían.
Así, en muchos casos, los esclavos creían ser tales por naturaleza o por designio divino, o ambos, y el patricio de igual forma creía ser tal por las mismas razones, sin olvidar que a los déspotas, en este caso a los patricios, les ha convenido siempre la posición de dominio de que han gozado en las sociedades divididas en clases, de tal manera, que sus explicaciones tienen siempre una proporción de interés individual, o de grupo, o de clase, lo que hace pensar que la creencia en sus explicaciones haya tenido siempre una buena dosis de mala fe.
Los numerosos testimonios de rebeliones de los esclavos por su libertad en el mundo antiguo y de los siervos durante la edad media, atestiguarían, sin embargo, que para al menos para una parte de los sometidos al despotismo, la situación no tenía nada de natural, porque la rebelión contra los señores o contra los patricios, significaba que los rebelados no consideraban su situación ni natural ni de origen divino.
El despotismo es paralelo a las luchas de clases y ha sido una constante en la historia. Se puede decir, al igual que se dice que una constante en la historia es la lucha de clases, de la misma forma, es necesario afirmar igualmente, que al haber sido todas las sociedades anteriores divididas en clases, su estructura misma ha sido siempre despótica, y las relaciones sociales de producción también lo han sido, siendo el despotismo la consecuencia directa de la división en clases de la sociedad y por lo tanto una constante del proceso civilizatorio.
Desde ese punto de vista, todas las sociedades pasadas han sido sociedades despóticas, algo que no debe asombrar a nadie, por la sencilla razón de que las sociedades civilizadas actuales lo son, de un despotismo privativo de éstas, o sea, el específico del capitalismo.
Para hablar del problema, identificaré algunos puntos de partida que, a modo de premisas, me servirán para mi exposición. La
Primera premisa es:
1.- La vida humana, su producción, su conservación, su reproducción

Como todos sabemos, el asunto de primer orden para todo ser vivo consiste en la producción de la propia vida, y dado que producir todos los días la propia vida es conservarla, entonces, en segundo lugar, parte de ese asunto primordial es la conservación de la vida; pero los seres vivos, no sólo producimos y conservamos nuestras vidas individuales, sino que también nos reproducimos como especie, tenemos entonces en tercer lugar, la reproducción de la especie. Por lo anterior, nuestra primera premisa es la vida. Su producción, conservación y reproducción.
2.- El tiempo
Si observamos el asunto más de cerca, notamos que cuando nos referimos a la vida, a su producción, conservación y reproducción, estamos hablando también de tiempo, pues todo ello se realiza en el tiempo. Así que cuando adoptamos nuestra primera premisa que es la vida con los tres contenidos anteriores, estamos adoptando también otra premisa junto con ella, que es el tiempo.
3.- Experiencia o praxis sensible. Colectiva e individual
Esto es muy obvio estará pensando quien me escucha. Y es cierto. Sin embargo, podemos hacer otra relación: vida y tiempo están ligados de tal manera que si vivimos en el tiempo, y nos reproducimos en él, y a través de él, el tiempo es en muchas formas el alimento de la vida, en primer lugar, en el sentido básico y biológico de su reproducción, con el que hemos comenzado, pero si pensamos que vida humana significa también, y en primer lugar, experiencia o praxis, que significa pensamiento para la acción y acción pensada, esa relación se realiza como acción imbuida de pensamiento, o sea, propósitos que inscribimos en la realidad, algo que sucede en el tiempo, o sea, la experiencia tiene al tiempo como aquello que la posibilita, es decir, la experiencia o praxis, en el sentido más pleno y de más significaciones, tal y como nos la explicó el siglo antepasado Jorge Federico Hegel.
4.- El tiempo, la sociedad y la historia
La vida que llevamos en el cuerpo es lo que nos sirve de instrumento para plasmar nuestros fines, algo que ha sucedido a través del tiempo, y ha dado como resultado la sociedad humana y la historia, siendo la historia, o el tiempo humano, el escenario en que realizamos la reproducción estratégica de la vida, inventando el hombre durante milenios toda la cultura derivada de tal invención y reproducción, por lo que nuestra vida, nuestra mente y nuestra conciencia, se alimentan de nuestra obra en el tiempo, que es la historia.
Se puede objetar que al hablar en términos tan generales, podría parecer que la historia ha sido en efecto la plasmación de los fines “humanos” en general, de todos los seres humanos, sin distinciones de clases, algo que sabemos que no sucedió de esa manera. Pero tal objeción no podemos dilucidarla en este corto tiempo, pues será el tema de otro programa.
Así que, teniendo en consideración la objeción anterior, y sin detenernos en ella, podemos continuar diciendo, de forma provisoria, que plasmar nuestros fines –los fines humanos, en general-, es construir la sociedad y la historia con nuestras propias manos, o sea, mediante la acción humana, lo que significa, ser sujetos de experiencia, que nos es realmente esencial a los seres humanos, pues es aquello que nos ha vuelto tales durante los milenios que han transcurrido desde que dejamos de ser homínidos y llegamos a ser homo sapiens, es decir, seres humanos tal y como lo somos desde aquellos remotos tiempos hasta el día de hoy.
Hemos encontrado entonces otra premisa, que es, el hacer colectivo e individual, al cual podríamos llamar experiencia, o praxis sensible, como la denominaba Marx; mediante ella estamos produciendo en el tiempo la sociedad y la historia, y es una característica sólo humana.
5.- Recapitulando
Tenemos hasta ahora tres premisas, la vida, que producimos, conservamos y reproducimos, que implica la segunda, que es el tiempo, y la conjunción de ambas, que es la experiencia, o la praxis sensible -la cual, como se trata de seres humanos, incluye operaciones dirigidas por la razón-, que es, la praxis o experiencia, aquello que hace la vida en el tiempo, situadas las tres, vida, tiempo y experiencia, dentro de cada uno de los seres humanos en su condición de sujeto histórico y social, resultado de una sociedad y de una historia que él mismo ayuda a construir. Hemos encontrado las tres premisas reflexionando retrospectivamente sobre dos de sus efectos, que son: la sociedad y la historia, resultado de procesos asociativos entre los seres humanos.
6.- El tiempo, ensayo kantiano sobre su génesis

7.- Primera dinámica
La activación y el desarrollo de las formas propias de la razón, que hay que suponer para pensar en la experiencia, por medio de las cuales tenemos la intuición del tiempo, deben haber sido el resultado de procesos prácticos, relativos a las operaciones de producción, conservación y reproducción de la vida.
Mi opinión es que la larga revolución neolítica, que consistió, entre otras cosas, en el proceso de la sedentarización y de las invenciones de la agricultura y de la ganadería, y al final de la vida urbana, debe haber tenido una importancia esencial en el descubrimiento del tiempo, como parte de la interioridad humana, que fue además, por lo tanto, una invención.
8.- Vida nómada
Me refiero a lo siguiente: la vida nómada se realiza, al menos, en dos fases que se repiten continuamente, una fase estacionaria, cuando el grupo se asienta temporalmente y aprovecha lo que le ofrece el entorno del que agota progresivamente sus posibilidades, y una fase siguiente, que no es estacionaria sino de movimiento de todo el grupo humano, junto con todos los animales que les sirven a múltiples fines, además de alimentación, y demás enseres, movimiento por medio del cual busca otros lugares para asentarse nuevamente de forma temporal para satisfacer sus necesidades.
El movimiento del grupo se refleja y representa en la conciencia subjetiva de cada uno de los integrantes, de forma tal que por medio de la razón, que es por antonomasia nuestro instrumento de medida, y que opera en cada momento y en uno, logra establecer una correlación entre ese movimiento grupal con sus actividades por una parte, y el entorno fijo, que es la naturaleza, en segundo lugar, en el que discurre el movimiento, es decir, el sistema de la razón registra y mide el desplazamiento sobre el fondo de un entorno fijo, hasta cuando se estaciona y se sedentariza por un tiempo, algo que también debe haber sido registrado por el sistema de la razón, de una forma diferente, porque en esa nueva situación, es la naturaleza la que muestra su dinamismo permanente, bajo la forma de su crecimiento y reproducción, y es el grupo el que no se mueve.
Pero el movimiento subsiguiente del grupo, cuando abandona el entorno fijo y se mueve de nuevo, produce una nueva realidad, que es el movimiento en relación con aquel entorno fijo que ya mostró su dinamismo, y el subsiguiente encuentro con otro entorno que ahora será tanto fijo y como dinámico, al igual que el grupo, el cual, para sí mismo es tanto dinámico o en movimiento, como fijo dominador del entorno fijo, por lo cual la razón puede medir dos grupos de fenómenos, sedentario por un tiempo con un entorno dinámico, y nómada en el siguiente, en medio del entorno fijo, pero el acto y el proceso de medir, y la forma de hacerlo reside siempre en el sujeto que mide, y el movimiento físico del grupo y el de la naturaleza, se reflejarán siempre como secuencias, y eventos contemporáneos, es decir, dos formas del tiempo, con independencia del grado de conciencia o de autoconciencia con el que se realice.
Las operaciones prácticas de la vida nómada que he esbozado antes, en las que he aislado contemporaneidades dinámico-estáticas, y discontinuidades temporales entre un entorno fijo y el movimiento grupal, y sedentarización temporal, con dinamismo natural, todo ello se refleja en la subjetividad, y su efecto es la construcción de un sentido común automático regido por formas de sucesión y contemporaneidad, cuya utilidad es la de operar la separación formal entre el grupo y el entorno natural, y de reconocer y medir regularidades en el mundo práctico, en el que se realiza la producción y la reproducción de la vida.
Todo ello sobre la base de aquellas contemporaneidades y sucesiones de la vida nómada. De tal manera que al atribuirle al mundo real las formas de medición de la razón, en la relación del grupo con él, se produce la estructura del tiempo y la idea de su objetividad.
9.- Segunda dinámica
La segunda dinámica para la invención-descubrimiento del tiempo, debe relacionarse con la invención de la agricultura y de la ganadería. En ambas actividades -cuyo desarrollo pleno se lo debemos a la sedentarización-, media un lapso entre la siembra y la cosecha, en la primera, y entre el apareamiento de los animales y el nacimiento de la cría en la segunda. Tales lapsos son de espera y de asistir asiduamente al crecimiento de las plantas y a la transformación física de las hembras hasta el alumbramiento. Tales lapsos, en la medida en que son también reestructurados por la razón dentro de la interioridad del hombre primitivo, se reconstruyen en la forma de relaciones temporales, como tiempo de la espera, que se vive subjetivamente, con lo que, a través de ellos, se construye la interioridad, cuyos ejes básicos son las relaciones temporales y la memoria.
En ello, lo que se vuelve objetivo con más evidencia, es la copresencia de eventos, uno de ellos es el evento objetivo, y el otro, es el reflejo del evento objetivo en la conciencia del espectador, y lo que se muestra como forma del tiempo es la forma de lo contemporáneo de eventos exteriores, y su reflejo bajo la misma forma, en el observador.
Cuando nos volvemos sedentarios, la situación en relación a la dinámica anterior cambia por dos razones, la primera es que existe, literalmente, un punto firme, desde el que es posible observar otro tipo de eventos temporales exteriores -asumiendo en la hipótesis de que la estructura de lo contemporáneo esté ya construida de la subjetividad del ser humano-, y entonces, las tareas de sembrar y de apareamiento del ganado, suponen que, en algún momento, aquellos que sembraban y tenían animales que se apareaban, y que el fruto del apareamiento fuera vital para mantener la vida así como de los frutos de la agricultura, ello daría lugar al proceso de la espera, es decir, aquella operación que puede ser idealmente esquematizada con una serie que comienza con un tiempo cero y con la ayuda de fenómenos exteriores como los días, el cambio de estaciones, las fases de la luna y otros, por lo que la intuición del tiempo tome otra forma, es decir, en esta situación cambiada, desde un punto de referencia temporal, se produce la interiorización de la espera en forma de sucesiones comparativas entre la evolución de lo que se espera y la cuenta subjetiva del que espera, o sea, el tiempo como interioridad.
Pero siguiendo el camino por el que nos lleva el pensamiento, y después de haber encontrado el tiempo y de tratar de comprender algo de él, encontramos que la experiencia es seguramente la característica más propia y privativa del homo sapiens, porque ella significa, entre otras cosas, actuar con el conocimiento de los propósitos, el sentido, las posibilidades, los efectos y los límites de nuestras acciones, lo que nos lleva a otro asunto importante, o sea, experiencia significa también intencionalidad, astucia (recordemos la astucia de Odiseo), o bien, comportamiento dirigido por el instrumento de la razón, es decir, plasmar los objetivos del sapiens en la realidad de forma intencional, mediante la acción dotada de sentido cuyos límites y efectos conocemos.
Podemos hablar de la experiencia como un fenómeno individual y privado, en ese caso sería un tratamiento subjetivo e individual, pero también podemos hablar de la experiencia humana que dio como resultado la construcción del mundo social e histórico, y entonces estaríamos hablando en términos de una experiencia de milenios, y la idea de experiencia tendría un sentido, no individual y subjetivo, sino también general y universal, y sería la forjadora de la historia, y también sería la fundamentación de las formas de la conciencia de cada época.
Pero siguiendo lo que nos indica nuestro pensamiento, nos damos cuenta de que tal experiencia general de contenido socio-histórico, es la que ha construido el mundo humano, podemos entonces llamarla también trabajo.
Lo que llamamos experiencia histórica, en general, es el trabajo milenario de todas las generaciones que nos precedieron, que produjeron este mundo en el que vivimos hoy día; por esa razón, podemos decir lo siguiente:
Hemos comenzado por la vida, la cual nos llevó a un contenido que ella implica que es el tiempo, pero si reflexionamos sobre la vida y el tiempo, encontramos la praxis o la experiencia general de la humanidad en su autoconstrucción, entonces, es posible asimilarla al trabajo o, lo que Marx llama praxis sensible. Por lo que la
Segunda premisa es:
1.- La esclavitud, la servidumbre y el trabajo asalariado

Quien me escucha estará pensando que lo dicho hasta ahora son sólo razonamientos formales, y exploraciones genealógicas acerca de formas de la vida humana, es decir, dirá que he derivado conceptos a partir de otros conceptos, que equivaldría a extraerle algunos contenidos no evidentes a los primeros para llegar a los segundos, que posiblemente estaban contenidos en aquellos, y en eso tiene razón el oyente, por lo que podemos afirmar, que a lo dicho le falta relación con el mundo real, pues es sólo una aproximación abstracta, es decir, son ideas generales sobre procesos que se presentan en el mundo real, pero tan generales que más de uno dirá que nos dicen poco. Por esa razón no podemos contentarnos con ellas.
Así que debemos continuar con nuestra reflexión, retomándola por el siguiente asunto: la remota y milenaria experiencia humana, o praxis sensible, tiene como una de sus espinas dorsales -pues seguramente tiene varias-, que desde los tiempos de nuestros antepasados remotos el proceso de desarrollar las sociedades humanas, es, al mismo tiempo, el de ir, de forma progresiva, conquistando espacios naturales, y transformándolos en espacios humanos o sociales, por lo cual, aquellos hombres también se transformaron ellos mismos, de aquellos remotos homínidos de los bosques, una parte de los cuales se fueron a las sabanas, y se volvieron homo sapiens.
Todo este proceso ha tenido una fuerza que lo ha motorizado y realizado, que no es otra que el trabajo humano o praxis sensible, o actividad en el mundo real o mundo sensible, que es en realidad de lo que estamos hablando: o sea, han sido los propósitos y proyectos humanos los que se han ejecutado; sin saberse aún con exactitud, cuándo fue que tales propósitos y proyectos, se les hicieron conscientes como suyos a nuestros antepasados remotos, pero han sido siempre las fuerzas de las necesidades físicas, en primer lugar, y luego, las derivadas de ellas, reflejadas y representadas en el sistema de la razón humana, conocidas y reconocidas por el sujeto que sufre tales necesidades, lo que ha impulsado todo ese esfuerzo de titanes que ha desplegado para reconocer y entender, en primer lugar, el contenido de sus necesidades, y en segundo lugar, lo que en la naturaleza era adecuado para resolverlas, y luego, un trabajo aún más difícil, que consistió en inventar las operaciones prácticas para transformar en objetos útiles lo que se encontraba en la naturaleza.




2,. Regresando al tema de la vida
Como es evidente, estoy hablando del primer tema de esta exposición, que es el tema de la vida; cuya reproducción se presenta de forma originaria como una necesidad situada en la propia condición animal del ser humano, por ser parte, éste de la naturaleza, y cuyo contenido es precisamente su conservación, de allí las operaciones que los primitivos hombres realizaban en conjunto y que tenían ese propósito.
El proceso anterior ha tenido lugar luego de la transformación de los homínidos de las sabanas en homo sapiens, y luego, siendo sapiens, hace ya cerca de cincuenta mil años -y teniendo básicamente la misma estructura cerebral que tenemos los actuales seres humanos-, haber comenzado, y desarrollado lentamente, la construcción de relaciones y sociedades humanas, y haberse transformado, en consecuencia, de homo sapiens en homo faber, es decir, en hombre que produce instrumentos, o sea, haber realizado la auto construcción que ha hecho de sí mismo, por lo cual, el sapiens se restituye permanentemente a sí mismo –incluso hoy día-, a través de su trabajo, y es, en consecuencia, faber-sapiens.
Dicho de otra forma: por ser homo faber, se transformó en sapiens, pero, para realizar lo primero, era necesario poseer previamente condiciones mentales especiales, que usadas lo volvieron sapiens: el sapiens tuvo en su dimensión de faber el instrumento para llegar a su propia condición.
El homínido se transformó en sapiens mediante el desarrollo de sus potencialidades de ser constructor de instrumentos o sea de ser homo faber, o sea, de trabajar y producir ayudado por los instrumentos construidos, y ese transformarse en homo faber, es lo que a su vez, lo hace devenir sapiens, por lo cual, sapiens y faber, son dos de los aspectos esenciales de la condición humana, pero tan esenciales a ella, y tan dependientes entre ellos, que son los que agotan las causas físicas y mentales para la producción de la civilización: son, por lo tanto, las condiciones a través de las cuales el cerebro humano crece y se desarrolla y produce los seres humanos que somos y el mundo en el que vivimos.
La revolución del neolítico, fue un proceso muy largo y complejo, sus comienzos se sitúan en el noveno milenio, terminando hacia la mitad del primer milenio antes de Cristo, muy posterior, por lo tanto, a aquel proceso que he esbozado antes, el cual es, sin embargo, su supuesto necesario.
Esa revolución marcó una inflexión en el proceso de auto construcción humana, pues significó el paso de una humanidad nómada a una sedentaria, la invención de la agricultura y de la ganadería, la invención de la cerámica y de la cestería, y la fabricación de otros muchos instrumentos, la creación de ciudades en sus épocas posteriores, por lo que el hombre se transformó, de recolector, pescador y depredador en productor de lo que necesitaba para conservar y reproducir su propia vida y en constructor de ciudades. Al producir la civilización produjo el tiempo, como hemos visto y la separación entre sí mismo y la naturaleza, que pasó así a ser vista siempre desde la sociedad.
2.- Segunda fase del despotismo: el trabajo despotizado o la reproducción de la vida para los señores
A partir de aquella revolución se acentúan las diferencias de clases, y comienza junto a la aceleración del desarrollo civilizatorio que conlleva, la constitución de sociedades jerárquicas en todos los espacios civilizatorios en los que se desarrolló, y luego, progresivamente en los que sufrieron su influencia, pues el neolítico fue un fenómeno generalizado, pues todos los focos de civilización de la antigüedad tuvieron el influjo de la revolución del neolítico.
De esa revolución civilizatoria comenzó aquella historia que cité al principio, referida por Marx en el Manifiesto del partido comunista, cuando nos dice que la historia escrita ha sido de luchas de clases.
Las investigaciones arqueológicas nos indican que en la Media Luna Fértil, el Cercano Oriente y en Egipto, existían sociedades urbanas entre el tercer milenio y el año quinientos antes de Cristo, que se volvieron los tipos de agrupación humana y de organización social con más posibilidades de progreso. Contemporáneamente las sociedades se estratificaron aún más de los que venían siendo en los procesos anteriores, se inventó la escritura en ese período y se formaron los estados antiguos, siendo estos dos últimos inventos, los que le dieron su forma. Las ciudades son algunas de las más notables creaciones del género humano, y su desarrollo y profundización ha conformado una verdadera revolución civilizatoria, de tal manera que el gran historiador Vere Gordon Childe, la llama la “Revolución urbana”; los avances en la escritura facilitaron y desarrollaron los procedimientos de registro administrativo.
La anterior, que es una enumeración extremadamente exigua, coincide en el tiempo, con el desarrollo de la monarquía egipcia, que era, al mismo tiempo un estado teocrático; y en el Oriente Cercano hubo una gran variedad de organizaciones urbanas, incluidas ciudades estado y estados nacionales e incluso imperios, como el persa, todos con estructuras organizativas de alto nivel de jerarquización.
En fin, estos brevísimos y muy reducidos comentarios sobre la última parte del neolítico, son sólo para indicar que al final de ese período encontramos estados nacionales, monarquías teocráticas como la egipcia, grandes imperios como el Persa, y ciudades estado que fueron los precedentes de las ciudades estado griegas, y dentro de estas últimas se forjó la racionalidad y la cultura occidental.
Valga igualmente recalcar, que todas aquellas sociedades estaban organizadas jerárquicamente, lo que supone sociedades divididas en clases que a su vez implica relaciones sociales de domino en el trabajo y, en consecuencia, despóticas.
Es decir, occidente, en lo que respecta al despotismo, es la prolongación por medios occidentales –el racionalista greco-romano y el cristianismo-, de las relaciones despóticas que se fueron forjando durante milenios, pero que a partir de la revolución del neolítico, se acentuaron, como formas de dominación despótica y casi siempre absoluta, de las clases poseedoras y gobernantes sobre el trabajo, que es el instrumento de reproducción de la vida.
Piense el oyente, y se puede plantear como un desafío, busque en toda la historia de la civilización occidental, si existe algún fragmento de esa historia, en que la relación de las clases en el poder, con el resto de la población no haya sido despótica, incluidas entre ellas todas las sociedades democráticas modernas.
Creo que se demostrará que en punto a despotismo y sociedades jerárquicas y autoritarias, el Occidente civilizado puede titularse campeón; recuerde el oyente, la directiva europea del retorno, o directiva de la vergüenza, que es ley de una Europa que ha saqueado y asesinado a pueblos enteros, como a los pobladores originarios de América, a los que le asesinó a no menos de treinta millones, y saqueó las riquezas que pudo, y que a partir de tal directiva los inmigrantes llamados ilegales por ellos, serán sometidos a cárcel incluso si son niños.
La reflexiones non han traído hasta este lugar, que consiste en pretender establecer una continuidad entre el despotismo de las sociedades de la última fase del neolítico, los imperios antiguos, como el persa, el egipcio, el hitita y otros por una parte, y las sociedades estado no griegas que existieron durante el mismo período de la Grecia clásica, y las que desarrolló el pueblo griego, en los últimos siglos de su historia antigua, que son aquellos en los que se formaron la mayor parte de los valores de la cultura occidental, incluso la idea de democracia, griega, que funcionaba en una sociedad esclavista como era la sociedad aquella.
Para continuar podemos decir que en todas las sociedades antiguas la reproducción de la vida se realizaba mediante el trabajo esclavo, que era la modalidad general del trabajo, así que esclavitud la había en Grecia en sus más deslumbrantes épocas, al igual que en Roma, a través de toda su historia. Durante el medioevo las relaciones variaron, la esclavitud antigua fue sustituida por las servidumbre, y otras formas de sometimiento del trabajo, que es el productor de la vida, a los poderes detentados por los señores dueños de la tierra, o sea, familias reales, nobleza y clero, que eran, al mismo tiempo el poder político; tenían el poder para dictar leyes y los que mandaban su ejecución, por lo cual, en igual medida, formaban el conjunto de los poderes que les daban su forma social a la reproducción de la vida y a las instituciones políticas del medioevo.
Tenemos así, que sobre el fondo de un despotismo heredado del neolítico, la sociedad occidental desarrolla sus propias formas de usar el trabajo en beneficio, en la antigüedad, de los patricios; en el mundo medioeval, de los señores propietarios de la tierra y en el moderno mundo capitalista, en beneficio de los dueños de los capitales.
Las anteriores reflexiones nos han traído entonces, a lo que estábamos buscando, me refiero al
Despotismo, como hilo conductor político de toda la historia de la civilización occidental, además de haberlo sido de toda la civilización humana.
Los restos arqueológicos nos muestran sociedades con estructuras y jerarquías, sociedades divididas en clases desde un pasado remotísimo, y lo muestran pues en su gran mayoría son restos civiles y funerarios relativos a grandes personajes, y luego del desciframiento de las escrituras más antiguas, el objeto de lo que se narra, los personajes de los que se habla, y todo el entorno narrado, son sin duda sobre personajes de la realeza, o de las noblezas o sacerdotes; con ventaja todas las sociedades de fines del neolítico sobre las anteriores, pues las jerarquías se hicieron mucho más fuertes, y más intenso el uso de unos hombres por parte de otros, entendiendo que lo que usaban era el trabajo ajeno para la reproducción de la vida de los que estaban en la cúspide de las jerarquías, en primer lugar, y por lo tanto, también, de los que erogaban su trabajo, para conservarlos y seguir usándolos en beneficio de los primeros.
Tenemos entonces el duo
jerarquía-despotismo,
constante de la historia humana, y en tal duo está implicado el trabajo en primera persona, porque la relación despótica tuvo siempre como su contenido real el uso del trabajo con la finalidad de la reproducción de la vida: en sentido general, el despotismo fue usado –consciente e/o inconscientemente-, durante toda la historia de occidente como un método para la reproducción de la vida del déspota, y para la conservación de la del trabajador, con la finalidad de disponer siempre de un número adecuado de ellos para seguir reproduciendo la vida de los déspotas. Este es, en verdad, el secreto de las jerarquías.
Despotismo como signo
El despotismo es una relación, es aquel comportamiento mediante el cual una persona somete a otra para que realice sus fines, transformándola en medio. Los fines realizados son los de quién despotiza al otro, y tal sometimiento es por la fuerza, no es por mutuo consentimiento.
Su contenido es, en apariencia, subjetivo e individual, pero esto es sólo la apariencia; es una relación engañosa porque es sólo un signo de otra cosa; hablamos de relación despótica, y decimos de alguien, o de algún gobernante que es un déspota, pero en las expresiones anteriores, nos referimos a la relación que establece alguien con otro, o un gobernante con su pueblo. En todos los casos lo despótico es la forma de la relación.
Su contenido es diferente a la forma exterior. En sus orígenes, sigue siendo de aquella manera, consiste en el uso del trabajo de alguien de forma compulsiva por otro, cualquiera que sea el tipo de trabajo para el beneficio de este último. Y cuando toda la sociedad misma se reproduce mediante el trabajo ajeno dirigido desde el poder, bajo la forma de la esclavitud, de la servidumbre, o del moderno trabajo asalariado, esta circunstancia es la que vuelve la relación de subjetiva e individual a estructural y general. Y entonces nos encontramos frente a sociedades despóticas. Con lo que hemos llegado a nuestro lugar de partida, que es,
La reproducción de la vida mediante el trabajo despótico en el capitalismo, El dominio físico es la base del despotismo del capital, y comenzaré diciendo que:

Aquel despotismo del que venimos hablando, es el mismo contenido que tiene hoy día la relación de trabajo asalariado, aunque dada la complejidad de las relaciones económicas y las mediaciones políticas y culturales, entre las que debemos incluir los medios masivos de distribución de ideología, pero sobretodo, dado que la dictadura del capital es generalizada y globalizada, y está ausente en los medios de comunicación, los actos de despotismo parecerían ser puramente localizados en algunos lugares del mundo y en algunos países particularmente incivilizados que son los reportados por los medios de comunicación de la burguesía, cuando en realidad, es la forma de relación por excelencia en la moderna sociedad capitalista.
La dictadura mundial del capital es la forma moderna del despotismo, pues al ser el uso que se hace de la inmensa mayoría de la humanidad, como medio para los fines de la mínima parte de ella, que son los dueños mundiales de los capitales, transforma toda la actual relación humana en relación despótica a escala mundial.
Ejecución del despotismo en la reproducción de la vida
El capitalismo, como todas las demás sociedades, tiene que vérselas con algo que nos aparece como un dato. Es decir, el sistema de las necesidades humanas. Las cuales, si son básicas, tienen su origen, en primer lugar, dentro del cuerpo, que es el que siente hambre y demás necesidades. Estamos sometidos a la acción de la naturaleza, por lo cual necesitamos alimentarnos, cubrirnos y alojarnos. Sin su resolución el hombre no sobrevive, esta es la base biológica de toda sociedad, es decir, la vida, que es el tema con el que comenzamos.
Esta base biológica es sin ninguna duda la misma de toda sociedad, así que digámoslo de la siguiente forma: la sociedad humana se ha erigido sobre la base de una conjunto de necesidades sufridas por el hombre, el cual es un ser menesteroso, dependiente de la naturaleza para vivir, eso es lo que se expone cuando se afirma que la resolución estratégica y humana, es decir, con uso de razón, del problema animal de las necesidades es la construcción de la historia, es decir, de la producción y reproducción de la vida.
Pero esa es sólo la base de toda sociedad, y el origen de la historia. Ya en el siglo xviii Adam Smith comprendió, y le expuso a sus alumnos de la Universidad de Glasgow, que el capitalismo no sólo erigió un sistema industrial para la satisfacción de las necesidades, sino que además, desarrolla e inventa nuevas necesidades permanentemente. Inventa, como bien lo dijo ese autor, objetos del deseo: repitámoslo, inventa necesidades, e inventa objetos del deseo, y los produce en sus fábricas, que son fábricas de objetos para que los deseemos, y también son fábricas de sueños para que soñemos.
Pero el capitalismo hace todo esto, e inventó el instrumento para que en la superficie del sistema, veamos objetos que deseamos y soñemos con ellos, sintamos cada día nuevas necesidades sin saber porqué; pero inventó junto a necesidades su instrumento de dominio, el trabajo asalariado.
Si nos preguntamos la razón por la que el trabajo asalariado es tal instrumento del dominio, la respuesta es la siguiente: el capitalismo se constituye cuando se han formado los tres mercados que lo posibilitan: el mercado de dinero, el mercado de materias primas y de alimentos, y el mercado de trabajo. Salvo el mercado de trabajo, formado por trabajadores asalariados, sin medios de producción propios, y desprovistos de alimentos, los demás mercados, el de capitales, y el de la tierra, están en manos de la burguesía, y los dueños de la tierra, siendo estos últimos la misma burguesía.
Para que toda la sociedad viva y se reproduzca, y para que cada ciudadano reproduzca su vida biológica, es necesaria la producción de bienes, en primer lugar, alimentos. Si el sistema productivo es propiedad privada de la burguesía, es evidente que toda la sociedad tiene que erogar trabajo en ese sistema productivo, y lo tiene que hacer en base a la relación que funda el modo de producción capitalista, que es la compraventa de fuerza de trabajo. Ahora bien, esa relación se constituye en virtud de que los trabajadores, al no poseer ningún factor productivo salvo su fuerza de trabajo, tienen que trabajar por el salario; lo que significa, que la relación es compulsiva, y la compulsión consiste en que en la relación lo que se dirime por un salario, es la vida del asalariado, quién no tiene la libertad de no trabajar, pues si no lo hace muere de hambre y de las demás necesidades.
En consecuencia, el despotismo en el capitalismo, se encuentra en la razón de ser de ese modo de producción que es el trabajo asalariado, y todas las instituciones jurídicas y políticas de la sociedad capitalista, es decir, el estado, están organizadas para el control del trabajo y de la población trabajadora. Así que, el estado burgués, no hace otra cosa que reproducir institucionalmente y lo sanciona, el despotismo en la base del sistema mismo.
Es tan altamente despótico el capitalismo, que esa condición le es esencial y consustancial, por ser la dictadura de los capitales, sobre, y contra toda la sociedad, y realiza su condición en la relación sin la cual deja de existir: y es así, porque el trabajador trabaja por su vida, es decir, trabaja para evitar su muerte, el capitalismo domina despóticamente en el dominio de la vida, en el dominio físico. Allí reside el despotismo, y la base económica de esa relación, consiste en que el trabajador vale una cantidad que es el salario, y valora en una cantidad mayor de valor que la que vale, que es lo que permite al capitalista acumular capital.
El capitalista alimenta sus capitales, con el miedo a la muerte del resto de la población, el dominio del capital es, como he dicho antes físico; por esa misma razón, la población puede desarrollar el poder para acabar con el capitalismo, porque menos que trabajo asalariado, no existe nada, el capitalismo reduce a la clase trabajadora a vivir con el temor a la muerte en la reproducción de su vida.

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